viernes, 14 de agosto de 2015

El Calzado de los Niños

Cuando llega el momento en que los padres pensamos en qué tipo de zapatos le compraremos a nuestros hijos, debemos saber que serán un artículo de gran importancia, como un factor más de salud y por lo tanto debe primar eso antes que lo meramente estético, ya que los pies en crecimiento de los niños requieren especial cuidado y atención. 

Algunos padres a la hora de comprar calzado a sus hijos, incluso antes de que el bebé comience a gatear, van a las zapaterías queriendo comprar “lo mejor”. Un punto clave a saber es que la misión del calzado para bebés que todavía no caminan es únicamente el abrigo, no la sujeción. En cambio, para los que ya caminan es indispensable permitir el movimiento de las articulaciones del pie. Se deben respetar la anatomía, la fisiología, la biomecánica y su etapa de desarrollo y crecimiento, sobretodo cuando no existen deformidades ni condiciones que requieran de algún tipo de calzado correctivo. Pero generalmente lo que en el retail nos venden como “lo mejor” suele ser un zapato lindo pero con armazón duro, incómodo y muy alejado de lo que debería ser uno adecuado para esos pequeños pies que están creciendo y formándose.

Hay una corriente entre algunos profesionales, Traumatólogos principalmente, que defienden la necesidad de un zapato infantil fuerte, en el que el pie vaya “bien firme”, tanto el tobillo como la planta y los dedos. Siguiendo esa teoría, algunos fabricantes de calzado han creado una especie de botin terrible, que prácticamente inmoviliza todas las articulaciones del pie e impide al niño utilizar correctamente su musculatura y su fisiología en desarrollo. Yo me pregunto: ¿Cuál será el motivo de crear esos zapatos? ¿Creerán que uno llevará a escalar una montaña al bebé?

En mi opinión, lo más acorde y respetuoso es observar a la propia naturaleza. El pie fue creado para ir descalzo y no para ir metido en un armazón rígido. Aunque el mundo actual, para los que vivimos en el área urbanizada, no nos permite andar descalzos, un calzado inteligente debería seguir fielmente los dictámenes de la naturaleza. La principal misión del calzado es proteger y abrigar al pie, y no aprisionarlo impidiéndole estímulos tanto internos (del propio movimiento, equilibrio, postura) como externos (contacto de la planta del pie con el suelo).

A continuación, veremos cada parte del zapato:

La suela. Si la suela del zapato es muy rígida, no permitirá que haya movimiento en la parte anterior del pie (articulación metatarsofalángica). Si nos fijamos cuando una persona camina descalza, el pie no se mueve en bloque sobre el suelo, sino que se dobla, articulándose en la base de los dedos en dos momentos durante cada paso: justo antes de apoyar el pie en el suelo y aún más en el momento de separarse del suelo tras el apoyo. Por otra parte, si la suela es muy gruesa, el niño se pierde una serie de estímulos y sensaciones que debe percibir del suelo (por ejemplo las diferencias entre un piso de cemento y la tierra del jardín) y que le ayudarán a desarrollar sus reflejos, destreza y equilibrio. Una suela muy dura y rígida hará que el niño camine al estilo Frankestein. En cuanto al ancho, debe ser lo suficientemente ancho por delante como para que permita a los dedos poder abrirse y moverse con libertad (al estilo Pato Donald).

Las plantillas. Muchos zapatos de niños pretenden que la plantilla intente mantener artificialmente la cavidad de la planta del pie (arco interno plantar) para evitar el pie plano. En el pie existen estructuras (músculo-tendinosas y ligamentos) encargadas de formar y mantener la cavidad plantar. Todos los niños antes de empezar a andar tienen un pie plano fisiológico, es decir, que es  normal. Más adelante con la puesta en pie y la marcha, es cuando se empieza a formar la cavidad plantar, gracias a la acción muscular (tibial anterior, flexor corto plantar, aductor del primer dedo). Si esta cavidad es mantenida artificialmente por el calzado, estaremos inhibiendo la acción de estas estructuras, cuya misión es sostener el arco del pie. Es por ello que la plantilla del zapato debe ser plana y flexible.

El tobillo. Si la bota o zapato alto es de material rígido, impedirá el movimiento natural del tobillo (articulación tibio-peroneo-astragalina). Cuando caminamos debemos tener libre dicha articulación para un correcto movimiento. En el caso de bebés que gatean, o que a ratos gatean y otros se ponen de pie y caminan, también es importante dejar libre el tobillo, ya que su posición varía mucho según esté gateando o de pie. Con un calzado que fije el tobillo dificultaremos su forma natural de desplazarse. A veces lo que se pretende con ese tipo de calzado es dar mayor estabilidad a la marcha, que ya de por sí es inestable, de un bebé que está comenzando a andar. Si la madurez anatómica de un niño le permite estar de pie y caminar sólo unos minutos, es un error intentar darle una estabilidad artificial por medio de un calzado duro y con el contrafuerte excesivamente alto, para que pueda “andar mejor”. Con las botas y zapatos rígidos el bebé estará incómodo en cualquier otra postura que no sea estar de pie. Si los padres creen que el tobillo de un bebé de un año es débil y necesita refuerzo por parte del calzado, lo que harán es debilitarlo más aún si lo acostumbran a llevar un armazón que lo sujete, ya que lo que mantiene la estabilidad del tobillo son los músculos y los ligamentos. Por lo tanto, el zapato debe llegar hasta debajo de los maleolos (los huesos laterales del tobillo) o si es una bota, debe ser lo suficientemente flexible como para permitir el movimiento completo de la articulación del tobillo.

Taco y punta. Nunca he visto un calzado para niños pequeños que esté terminado en punta o que tenga taco, pero en caso de que encontrarán uno de esas características, les advierto que son causa de muchas deformidades y otros problemas de los pies en las mujeres que eligen su calzado según la moda y no según criterios saludables. ¿El más famoso? El Hallux Valgus, pero que probablemente conocen como “juanete”.

En resumen...
  1. El zapato debe dejar libre la articulación del tobillo.
  2. El zapato debe ser flexible, permitiendo doblar la parte de delante de la suela fácilmente hacia arriba con la mano.
  3. El tamaño del zapato debe ser lo bastante ancho y largo para que permita el movimiento de los dedos y que éstos no lleguen a tocar por delante el final del zapato por dentro. Una opción es dibujar el contorno del pie del niño en un cartón o papel, recortarlo y comprar luego un zapato en el que quepa bien esa plantilla.
  4. Los materiales deben ser lo más naturales posible para que permitan la transpiración de los pies:  cuero,  algodón, lona, etc.
  5. El modelo más adecuado es un zapato que se adapte bien al pie, es decir con cordones o velcro en el empeine. Las chalas tipo hawaianas no son recomendables, entre otras cosas porque la percepción de que se sale a cada paso obliga a los dedos a un trabajo extra de “agarre” innecesario.

A pesar de haber elegido un calzado correcto, no deben olvidar que los zapatos son sólo para usar unas horas del día. En casa, los pies deben estar lo más libre posible: calcetín o similar sería suficiente (solamente para mantener calientes los pies).

Buscando estas características de calzados para mis hijos, es que encontré a la tienda Moccs Babypopi. Ellos fabrican mocasines de planta blanda, confeccionados a mano y están hechos 100% de cuero. Los Moccs Babypopi poseen sus puntas redondeadas totalmente, para que los deditos se muevan libremente dentro del zapato, por lo tanto no hay zapato derecho ni izquierdo, pero si lo habrá cuando las huellas del bebe se estampen naturalmente con el uso. Fabrican maravillosos modelos a pedido, con tallas de recién nacido hasta aproximadamente los 4 años, con una gran gama de colores y estilos, realizando envíos a todo el país. Mezcla perfecta de estilo y calidad en un calzado respetuoso para nuestros hijos.



¿Dónde?
moccsbabypopi@gmail.com

Con cariño, Doctora Mamá.

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